viernes, 17 de octubre de 2014

Feminismo de moda

Me hubiera gustado vivir en París en 1770 siendo pobre. Así entiendo el momento actual. El murmullo que crece y que a veces es rugido (como la Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai) y a veces es un ruido de fondo apenas audible en forma de canción de Arcade Fire.

En la edición del año 2000 de Time Magazine dijeron que este, el XXI, sería el Siglo de la Mujer. Para ser honesto aunque me emocionó el artículo (no lo encuentro, es acceso de paga) no alcancé a ver la dimensión real de lo que eso significaba. Y no es que ahora lo haga, pero ahora sé que el tema es demasiado grande.

Estos catorce años han visto crecer el intercambio de ideas al respecto. Los nuevos medios, principalmente Internet, han propiciado un análisis (y hasta cierto punto un pequeño cambio) mucho más meticuloso sobre todas las cosas que representan desigualdad entre el hombre y la mujer, lo que sí es y lo que no es feminismo. Ha dado espacio a las voces que, incluso en el año 2000, no tenían espacio para hacerlo.

Así que sí, yo le atribuyo la moda, la boga del feminismo principalmente a los nuevos medios. Por supuesto que no es solamente el Internet el causante de que el tema se ponga de moda cada vez más, el problema es que, en efecto, hay una opresión hacia la mujer, y esa opresión es a veces violenta y demasiado notoria (como en algunas sociedades pseudo islámicas) y a veces es demasiado sutil y pasivo-agresiva, como en los medios de comunicación masivos occidentales o las oficinas llenas de Godinez pachones.

La definición más sencilla (por breve) que he encontrado de feminismo es "que seamos tratados igual". Cualquier cosa que implique un trato diferente es, por definición, parte de la situación de opresión.

¿Y desde cuándo yo, un sosegado y moderado liberal progresista de derecha uso la palabra "opresión"? Bueno, desde que me doy cuenta de que en efecto, muchas mujeres no quisieran ser definidas como objeto sexual, que se vendiera su imagen, y de todos modos los medios las proyectan así. El sexo vende, dirían los mercadólogos, y también (wow!, qué liberales!) ya ponemos a los chicos con torsos desnudos y abs de envidia.o anuncios de Calvin Klein con David Beckham. No entraré aún en el tema de la definición y la "objectification", pero sí digo que no es momento de falacias argumentativas. Si se quiere debatir ese punto hágase cuantitativamente. Tómese un puesto completo de revistas, revísese cada una de ellas y que se haga un conteo de imágenes femeninas sexualizadas e imágenes masculinas sexualizadas. ¿Ya lo hicieron en la mente?, les parece bien un 20 a 1?, Obvio me quedé corto. Es mucho peor.

Y justo porque es peor, por eso no encuentro otra forma de llamarlo sino opresión. Opresión desde que no se les permite elaborar en sus ideas y pensamientos (es parte de la profesión de mercadotecnia, no es sexismo).

Este murmullo lo he descubierto leyendo primero el Tumblr de mi hija y luego curioseando por sus fuentes. Y he descubierto una profundidad de pensamiento maravillosa y aterradora al mismo tiempo. Aterradora porque la forma en la que el machismo (o la opresión hacia la mujer, como yo prefiero llamarla) está enraízada en nuestra especie es mucho mayor de lo que se puede discernir a simple vista y, lo que es peor, está en algunos aspectos, en algunas geografías y en algunas mentes, creciendo en lugar de disminuyendo. Es, creo, un perro mutante.

La opresión persistente, de hecho permanente, actuando todo el tiempo de las más diversas formas, hace, ha provocado, que a pesar de las modas mediáticas, tan volubles como azarosas, el feminismo lleve ya un rato siendo tema en todos los ámbitos. Cada nuevo evento, tendencia, revuelta, lleva adjunto un análisis desde la óptica de opresión femenina. Y eso se distribuye, a veces con mayor o menor éxito. Y algunas mujeres deciden darle más voz que otras, algunas lo politizan para sus fines, algunas lo manipulan para vender(se) mejor. Pero ya el murmullo es tan grande, que no creo que pueda ser detenido. Ya no es solamente moda. El feminismo de moda es el aviso de que algo más viene y viene fuerte: la liberación del género.


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