viernes, 5 de octubre de 2007

Mal aliento

La traición es tan mala como el peor ajo o la cebolla más destructiva. Se despliega en toda la cavidad bucal y no deja respirar. Cada hálito está impregnado de su olor. Cada trago de humo, bebida o comida lleva la marca de sabor de la traición.

No es excusa haber sido traicionado para traicionar. Es consecuencia. Siempre he creído que la civilización existe por ponderar, medir y evitar ese tipo consecuencias (acción-reacción, ojo x ojo). Ahora entiendo que la civilización es una bonita camisa de fuerza que, como tuxedo, solo usamos en las cenas elegantes.