viernes, 26 de mayo de 2017

A tale of two municipios

Me apellido Sámano Tapia. Aunque el origen del apellido Sámano es vasco (Navarro, de hecho, que es una zona entre País Vasco y Catalunya), mi abuelo es chilango, mi padre también y si hay algún gachupín atrás de eso no puedo asegurarlo y en general me vale madres.

Tapia es el apellido que mi abuelito Fortino se inventó al llegar al DF (entonces era DF y para mí lo seguirá siendo un buen rato). Él, su familia pues, se apellidaba Nava.

Los Sámano Alarcón se establecieron, a modo de clan, en Ecatepec, Ciudad Azteca para ser más precisos, circa 1970. Creo que vivían en Iztapalapa antes, en los rumbos de la Agrícola Oriental. No todos, pero sí cinco de los ocho hermanos.

Los Tapia López se establecieron en Nezahualcóyotl, Colonia Las Águilas, igual circa 1968. Antes de eso vivieron también en Iztapalapa pero más hacia el pueblo de Los Reyes, durante unos 15 años. Todos los recuerdos de infancia de mi madre son de esa zona. Ahí vivieron los seis hermanos y conforme se fueron casando fueron saliendo del hogar, pero sólo mi madre se aventuró a vivir por otros rumbos.

Mis padres decidieron vivir lejos e independientes de los suyos. Mi primer domicilio fue en la colonia Romero Rubio, por los rumbos de Oceanía en la Delegación Gustavo A. Madero. Yo "nací" ahí. Luego, a los tres años, nos mudamos a la San Felipe de Jesús, en la misma Delegación. Eran colonias "urbano populares", pobres, sí, pero no paupérrimas ni nada por el estilo.

Siete años más tarde, cuando casi cumplía 10 años, nos mudamos a Bosques de Aragón, un flamante "fraccionamiento residencial" de clase media trepadora donde mis padres compraron casa. La colonia pertenece administrativamente al municipio de Nezahualcóyotl, pero Ecatepec nos quedaba mucho más cerca, literalmente a un kilómetro. Muchos mas peseros nos llevaban a casa de mis tíos Sámano que los que nos llevaban a casa de mis tíos Tapia, donde para llegar había que rodear el aeropuerto y transitar el peligroso Bordo de Xochiaca.

Durante mi infancia y temprana adolescencia viví muy influenciado por mi padre y por eso visitábamos más a su familia que a la de mi madre. Tengo más primos de mi edad en mi lado paterno. En mi lado materno mis dos hermanas mayores y yo somos los mayores de toda la familia. Eso, a los 45 años, importa poco, pero a los 10, jugar con niños de 6 (o a los 14 jugar con de 10) no era muy estimulante.

Conforme pasó el tiempo, no obstante, me pude dar cuenta de una diferencia sustancial entre ambas familias. Mientras los hermanos Sámano Alarcón vivían juntos pero "cada quien veía por lo suyo", es decir, se ayudaban poco o nada, los Tapia López eran mucho más muéganos. Se apoyaban entre ellos, se daban trabajo, se echaban la mano. En ese tiempo, 1985, Nezahualcóyotl ya se acercaba a los 2 millones de habitantes, mientras que Ecatepec apenas pasaba del millón.

Desde entonces, he sido testigo de primera mano de dos diferentes ideas de comunidad. Mientras que Ecatepec tiene muy poco sentido de pertenencia, solidaridad social, y ha crecido desmesuradamente en población, Nezahualcóyotl ha desarrollado un tremendo sentido de pertenencia y comunidad. Ser de Neza es una frase que se dice con orgullo, se saca pecho frente a la discriminación de los chilangos y de otras tribus. Los de Ecatepec no tienen eso.

En mi caso, en mis dos familias, era MUY notoria esa diferencia. 30 años después, la situación económica de ninguna de las dos familias ha mejorado. Para "progresar" hemos debido migrar. Yo soy defeño desde hace 20 años y en realidad sólo viví 15 años en Neza, propiamente. Pero Neza ha avanzado como municipio, yo lo he visto. Era mucho más pobre que Ecatepec hace 40 años (en ese tiempo ya había industria en la zona de Xalostoc) y actualmente están prácticamente parejos en PIB per cápita. Hace 30 años había muchas calles sin pavimentar, no había servicios. Pero además, hay un sentido de progreso "a su manera" que mantienen muchos nezayorkinos, sentido de progreso que nunca he visto en Ecatepec.

De cara a las elecciones en el Estado de México, me cuesta mucho trabajo conciliar mis ideas. Por un lado, soy esencialmente anti-PRI. Ese es mi gen dominante. Estoy dispuesto a recomendar votar por Delfina con tal de sacar al PRI. Pero es terriblemente frustrante ver como la candidata dócil y de eficiente operación política aventaja en las encuestas al candidato, no sólo menos malo, sino, con registros probados, mucho mejor gobernante comunitario que cualquiera de sus contrincantes. Y ese es el dilema de la izquierda, representado mejor que nunca. Van a perder y con ellos vamos a perder TODOS. Y si el juego democrático mexicano funcionara con meritocracia no habría la menor discusión, toda la izquierda estaría con Juan Zepeda y él se llevaría de calle la elección. Pero no existe tal cosa. Y esa división (tan enquistada en la izquierda no solo mexicana sino mundial) nos va a llevar, una vez más, a la derrota. A la apuesta que hace el PRI siempre de que sólo necesita cuidar su 30%, a la apuesta súper nociva de que siempre habrá un porcentaje de la población suficientemente grande que sea manipulable y comprable.

Tenemos la democracia que merecemos.

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